¿Cuánto tiempo hay que meditar para que funcione?

Una de las frases que más escucho en los cursos es:

“Me encantaría meditar, pero no tengo tiempo.”

Y ahí aparece uno de los grandes mitos sobre la práctica: que para que funcione, hay que hacerlo durante mucho tiempo.

Media hora, una hora, o incluso más… como si el beneficio estuviera en la duración, y no en la práctica en sí.

Pero la realidad es otra. 

El mindfulness no premia a quien se sienta más minutos, sino a quien vuelve una y otra vez, aunque sea por un ratito.

A veces cinco minutos alcanzan.

Cinco minutos para detenerte, respirar, notar lo que estás sintiendo y seguir tu día con un poco más de claridad.

No se trata de “hacer más”, sino de estar más presentes.

El mito del “más es mejor”

Durante mucho tiempo se creyó que meditar “en serio” significaba sentarse durante horas, en silencio absoluto, con la espalda perfecta y la mente quieta.

Tal vez porque solemos asociar el bienestar con el esfuerzo, o porque vemos imágenes de monjes meditando días enteros y pensamos: “eso sí es meditación de verdad”.

Pero la práctica cotidiana no necesita parecerse a eso.

El mindfulness no busca una experiencia perfecta, sino una experiencia presente.

Y eso puede pasar en solo unos minutos.

🧠 De hecho, la ciencia también lo confirma:

Un estudio publicado en el British Journal of Health Psychology (Universidades de Bath y Southampton) demostró que solo 10 minutos diarios de mindfulness pueden mejorar el bienestar, reducir depresión y ansiedad, y fomentar hábitos saludables.

Lo que realmente importa no es cuánto tiempo pasás meditando, sino cómo te conectás con lo que está ocurriendo.

Cinco minutos de atención plena valen más que una hora de distracción o lucha interna.

¡En este video te lo explico! 👇

El poder de la constancia

Cuando hablamos de mindfulness, la magia no está en cuánto hacés, sino en cuántas veces volvés.

Cada vez que practicás —aunque sean tres minutos antes de dormir o cinco al despertar—, estás entrenando a tu mente para volver al presente.

Y ese entrenamiento, como cualquier otro, se fortalece con la repetición.

🧠 En neurociencia se llama “neuroplasticidad”: la capacidad del cerebro de modificarse con la práctica.

Cuantas más veces repetís un gesto, una actitud o una forma de pensar, más fuerte se vuelve ese circuito neuronal. Por eso, meditar todos los días un ratito genera más cambio que hacerlo una hora cada tanto.

Es como cepillarse los dientes: no lo hacemos una vez por semana durante media hora, sino todos los días, un poco.

Con el mindfulness pasa lo mismo: la constancia es lo que mantiene limpia la mente de tanta carga y ruido.

Empezar pequeño: 5 minutos que cambian el día

Podés probar así:

  • Antes de empezar el día, quedarte un minuto respirando con atención.
  • Durante una pausa en el trabajo, sentir tus pies apoyados en el suelo.
  • Al final del día, notar cómo se siente tu cuerpo al recostarte.

🌱 Cinco minutos que te devuelven al presente pueden cambiar la calidad de todo tu día.

Un poco cada día vale más que mucho una vez al mes

Meditar no es escapar del mundo, sino aprender a estar más presentes en él.

Y cuanto más lo hacemos, ¡más fácil se vuelve!

Así que si hoy solo tenés unos minutos, que sean tuyos.

Respirá. Notá el aire entrando y saliendo.

Y recordá: cada respiración consciente es una semilla de calma que plantás dentro tuyo. 🌿

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